Este mes caluroso me ha dejado sin ganas de ver películas, solo veía
alguna serie como Juego de Tronos y poco más, pero tuve la suerte de
encontrarme con esta película, que supongo que me llamó la atención
principalmente por ser japonesa y luego le di la opción de que me sorprendiera. Después descubrí que detrás había una película costumbrista muy interesante de un director con una trayectoria bastante extensa.
Bien, la película trata sobre una pareja
de ancianos que viven en una isla con poca población en el Japón más rural del
siglo XXI, visitan a sus hijos a la capital y todo es diferente, las cosas han
cambiado, la vida es más estresante, hay más población y no se sienten ubicados.
Sus tres hijos son diferentes tanto en edad como en visión de la vida, cada uno
interpreta un rol en la familia y en la sociedad, haciendo que los tópicos se
afiancen con fuerza en los personajes que muestran la distancia que existe
entre unos hijos y otros o con sus propios padres.
El desarrollo de la visita es diverso, ya
que los ancianos visitan cada entorno de la vida de los hijos, la opinión de cada
uno de ellos varía, la visión del anciano es diferente a la de la anciana y
esto también enriquece la perspectiva del viaje. Por lo que tenemos una
historia cotidiana que si no acabase en drama no tendría mucho más a simple
vista.
Pese al final, creo que la aportación de
la cultura japonesa está muy bien representada en el largometraje, tanto a la
hora de exponerla con ese estilo tan pausado y paciente, como por la visión del
choque generacional, la sociedad actual que ha engullido a una cultura tan
longeva y con tanta personalidad. Me ha encantado, como admirador de todo lo japonés,
me ha parecido un retrato muy bueno, una cinta con la que poder mostrar a
alguien que no conozca la cultura japonesa actual, ya que es un espejo de esa
sociedad.
Algo que también me ha gustado, debe ser
porque llevo un tiempo sin ver anime, es que me ha recordado bastante a los que he podido ver a lo largo de mi vida o películas clásicas del cine nipón(El viaje de Kikujiro), no a la
historia en sí, si no al personaje secundario que se encuentra de fondo en
todas las historias importantes, a la familia cotidiana de Japón, algo muy
agradable de observar, como si te sentases en mitad de la ciudad de Tokio a
observar gente pasar, con sus vidas, sus historias, un cine costumbrista muy
bien hecho.
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