Nos encontramos ante una película polaca, con una calidad
muy buena, propia de las series de Netflix. Un largometraje bastante ameno, que
se pasa rápido pese a la duración y que te tiene enganchado por el ritmo de la
historia.
Siendo una trama que se desarrolla en la Varsovia de
nuestros días, pues tenemos un poco de nacionalismo proteccionista que se ve
amenazado por los que quieren copiar a la Europa moderna y multicultural que haría
perder la esencia de este pueblo (según los partidistas nacionalistas).
Dentro de este caldo de cultivo de odio y confrontación, nos
encontramos con una historia de un joven de una aldea que intenta hacerse hueco
en la urbe y crecer en lo profesional, siendo una persona muy humilde su obsesión
es aparentar y conseguir dinero, gustar en definitiva.
Esta historia tan pequeña, se mezclará con las redes
sociales y el caldo de cultivo de muchos odios que fluyen libremente de un
comentario a otro, día si, día también. Por lo que la expectativa de que la hoya
salte por los aires es real, pero nadie quiere verlo y cada uno juega sus
cartas para poder exprimir hasta la última gota de sudor para alcanzar sus vacios sueños.
Película muy recomendada, que no dejará indiferente a
nadie.
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