Se encontraban en Targaev, una ciudad colmena al sur continental
del planeta Colosus, era una ciudad pequeña, que había sido tomada por la
Guardia Imperial que llego con el inquisidor Nathael Lux, su llegada al
principio fue querida porque expulso a cultistas y adornistas de la zona, pero después
su forma de gestionar la ciudad se complicó. Disponía de pocas tropas y menos
tanques, pero el apoyo incondicional de los Halcones Negros dio seguridad al líder
militar.
La gota que colmó el baso fueron unos comentarios en un
evento público del capitán.
-"Este planeta tendría menos problemas si se eliminaran
todas las religiones y cultos, la creencia es de débiles, solo creo en el
Imperio y en la Humanidad"-sentencio Alaitoff.
Estas palabras fueron precedidas del cierre de templos
religiosos y ahora se encontraba en el último y más importante de los templos
de la ciudad, se disponía a cerrarlo como el resto, pero... ¿iba destruir el símbolo
de una ciudad? los ciudadanos se negaban. Las gemelas como denominaban
cariñosamente a las dos catedrales del culto imperial eran dos edificios simétricos
uno a cada lado en una plaza inmensa, parecían dos torres góticas con muchas
agujas, era el único edificio por donde reflejaba de vez en cuando la luz
natural por una galería de túneles y espejos que permitían un efecto óptico
frente a la fachada de los edificios.
Tras el lanzamiento de piedras y comida, el capitán miro
hacia la gente y se saltó el circulo de protección de los militares, detrás
suyo iba escoltado por un grupo de tropas de asalto, tanto el cómo sus hombres
de confianza iban bien protegidos todo el cuerpo con armaduras de coraza
completas, aun así toda precaución era pequeña, cualquier incidente o estampida
podía ser peligroso.
No solo los fanáticos imperiales le habían declarado la
guerra a la Guardia Imperial, también algunas bandas organizadas habían visto
frustrado sus negocios con nuevas tasas y arrestos de sus hombres, por lo que
Guenzo estaba ahí, en un tejado del edificio más alejado de la zona, portaba un
rifle de francotirador, no era bueno, pero era lo que le habían conseguido sus
camaradas. Su posición era correcta, no había nada de viento en una ciudad
colmena atrapada entre edificios y muros, solo estaban él y su puntería, así
que apretó el gatillo cuando vio la ocasión.
La Guardia Imperial disparaba para todos los lados,
los edificios, tejados, multitud, la gente huyo despavorida mientras que los
Halcones Negros no entendían la situación. ¿Era una matanza o un acto
defensivo? ¿Alguien sabia donde se había metido el capitán Alaitoff?
El templo se encontraba oscuro, uno de los guardias
imperiales que acompañaba al grupo del capitán se quedó paralizado con asombro al ver como varios
hombres habían cerrado la puerta tras sus pasos, no le gustaba la situación, en
teoría el templo estaba vacío y esa era la última entrada por la que se podía
acceder, ¿de dónde habían salido? Cuando miro hacia su espalda para preguntar a
los otros militares que debían hacer vio algo terrible, todos estaban siendo
apuñalados violentamente por más fanáticos, estaban rodeados y el capitán yacía
en los pies del gran líder eclesiarquico de la ciudad, todos habían confabulado
contra la Guardia Imperial, era un motín.
-Trabajo hecho, los santitos se han encargado del capi,
todos replegaos y volver al taller, debemos tomar las calles pronto antes de
que nos roben lo que es nuestro, el clan Brazo de Hierro siempre será el dueño
de esta ciudad, habéis oído.-dijo la voz anónima del comunicador.
Guenzo afirmó en silencio y se dispuso a guardar con
tranquilidad el arma en una bolsa, un par de camaradas suyos aparecieron en su
tejado para escoltarle hacia la calle, no estaba solo y eso le daba cierta
tranquilidad.
Mientras los redencionistas se dedicaban a romper los candados de las puertas y a abrir las puertas de los templos, la Guardia Imperial se fue del lugar tras recibir la cabeza de Alaitoff como mensaje, fueron a informar a Lux, pero en realidad se replegaban porque no sabían por qué motivo o por quien luchar, habían perdido la fe...Mientras que el culto al emperador se encontraba más fuerte que nunca en la pequeña Targaev.
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