¡Hola a todos! por primera vez traigo un informe de escaramuzas
con miniaturas de Kensei, pero sin sus reglas obviamente, use estas miniaturas
porque me encantan y quería recrear con un amigo una partida entre samuráis,
muchos me recomendaríais usar las reglas de Ronin de Osprey que están tan de
moda, pero como aun no he podido probarlas me decidí a usar las reglas de
Mordheim y adaptarlas malamente a las miniaturas que tenía. Aunque los
atributos que puse a las miniaturas eran muy desiguales, pudimos disfrutar de
una partida rápida y divertida que es lo que importa. Además ofrece una
precuela del trasfondo de mi clan Haiko de Sohei.
La luz cegaba a los samuráis, el calor
hacia que su sudor fuese cada vez más incomodo llevar esas pesadas armaduras y
los cascos, no era la mejor de las situaciones, pero ir a intimidar a unos
cuantos campesinos y religiosos no era algo muy peligroso o eso pensaron los
hombres armados.
La vida había sido muy decadente para el
clan Haiko, habían tenido que huir de sus tierras y buscaban un lugar donde
volver a vivir en una buena posición, quedaban ya pocos hombres y las pequeñas
poblaciones tan esparcidas hacían muy difícil la invasión directa, por lo que
pequeños grupos de samuráis llegaban a las aldeas para intimidar al jefe de la
aldea, consiguiendo así su fidelidad. Todo este ritual de violencia
intimidatoria era fruto de la necesidad que tenían, aunque no veían nada claro
donde podrían construir una nueva fortaleza y estar tranquilamente dominando
estas tierras bastante fértiles pero desorganizadas.
Su sorpresa fue mayúscula cuando una vez
atravesadas las ruinas de un antiguo templo, la aldea parecía desierta, no había
ni animales y esto no les gustó nada, parecía una emboscada, aunque no se
imaginaban de quien podría ser ya que los grandes clanes se mantenían a cientos
de kilómetros de esa zona. Por lo que siguieron avanzando con cautela, separándose
para explorar el campo que rodeaba a la aldea, aunque fuesen pocos, eran
guerreros muy expertos, por lo que no debería haber rival para ellos.
Cuando el duelista cruzó una de las rocas
que tapaban la casa que quería asaltar, se encontró con dos hombres que portaban
lanzas y ropajes de monje de color azul, este se quedó paralizado de la impresión
y cuando fue atacado pudo parar los golpes con mucha dificultad. Quedando en
evidencia por esos dos monjes guerreros, el duelista se lanzó a contraatacar,
esto fue su perdición ya que las dos lanzas lo ensartaron como a un pez haciéndole
caer lentamente hasta rematarlo de nuevo, esa velocidad de combate sorprendió
al miembro más rápido de la banda de los Haiko.
Segundos después empezaron aparecer más
monjes alrededor de las casas, estos iban todos iguales, con sus vestimentas
azules y alguna armadura ligera, los samuráis no sabían como tomarse al
enemigo, parecían bastante vulnerables pero no se fiaban. Una vez cargados los samuráis,
fueron superados en velocidad, en golpeo y lo único que pudieron hacer fue
aguantar gracias a sus gruesas armaduras que fueron picoteadas continuamente
por las lanzas. Cuando los samuráis fueron cayendo, el líder corrió desde las
ruinas para ayudarlos, aunque ya era tarde.
Luego un Ikame bo apareció para lanzar
golpes brutales con su pesada maza, cada vez que conseguía dar a algún samurái
lo derribaba, su fuerza era descompensada, al machacar a todos los rivales que
se ponían por su camino fue directo hacia el líder, este vacilo antes de
cargarlo. En cuestión de segundos el líder de los samuráis fue rodeado por un montón
de monjes que empezaron a clavarle las lanzas y atravesándolo por varios
costados, mientras que el Ikame bo lo golpeaba con brutalidad en el cráneo.
El último samurái intento salvar a los
suyos, pero al ver la masacre corrió en busca de ayuda, no quiso mirar atrás
hasta que un grito lo alertó.
¡Decid a vuestros hombres que los monjes del
templo Ho no se rendirán hasta expulsar a los intrusos!-dijo enfurecido el que parecía
el líder de los monjes mientras sujetaba la cabeza cortada del samurái que
acababa de machacar.Más adelante el clan Haiko se tomaría en serio a los monjes e intentarían pactar con ellos para poder conseguir algo, ya que no eran capaces de derrotarlos.
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