-¿Quién era ese extraño? ¿Sería
una trampa?- pensó para sí mismo Khasrhak mientras avanzaba lentamente con un
grupo de reyes pútridos hambrientos de poder y destrucción.
Los guerreros del caos
aguantaron como pudieron los golpes insistentes de los pútridos que insistían
lentamente, un golpe tras otro, mientras sonreían y su cuerpo se descomponía
sudando por las supurantes pústulas y heridas ensangrentadas, la imagen era
nauseabunda, pero esos guerreros habían visto cosas peores en sus años vagando
por el desierto. Khasrhak se hizo hueco entre los dos combates para acabar de
una vez con Allhox, ese ser debilucho y escurridizo siempre estaba en todos los
lados, vivo y perfecto, sin heridas ni cicatrices.
Allhox sonrió, soltó su espada,
se quitó el yelmo que cubría su cabeza y una imagen le vino a su rival... Su
mente se nubló en un cumulo de imágenes, recuerdos que no le dejó mantener su
cabeza tranquila y serena. Allhox tenía una cabeza de ave, pero otras ocasiones
veía en sus visiones caras distintas, una cara por cada vez que había matado a
ese patético mortal, ¿quién era ese rival y que pretendía Tzeentch con este
sacrificio?
Allhox le habló mientras los
reyes pútridos se acercaban a él después de acabar con los guerreros del
caos.
-Tu dios te ha abandonado paladín,
Tzeentch ha elegido tu destino y no te queda más que aceptarlo- dijo la cabeza
de ave mientras el hechicero que estaba detrás movía los labios como un ventrílocuo.
Khasrhak rebanó la cabeza de ave
de aquel mutante y el cuerpo de la marioneta cayó al suelo, el siervo de Nurgle
no se daría por vencido, su dios jamás lo había abandonado y llevaría la putrefacción
a todos los confines del mundo si ese era su destino, el dios pájaro debería
ser exterminado por traicionero y mentiroso-pensó para sí mientras agarraba con
fuerza el hacha. Pero una voz extraña, ajena a este mundo comenzó a
hablar.
-Pequeño engendro, te he traído
hasta aquí confundiendo tu mente y la de tu dios para poder ver a aquel que
intenta estropear mis planes con la torpeza de un simple humano enfermo, tu
destino esta sellado, acaba aquí, tú y tu rebaño de bastardos putrefactos ya no
rendiréis cuentas con el dios de la peste, vuestro sueño se ha acabado y deberéis
despertar cuando yo os lo ordene, bajo mis órdenes.- dijo el hechicero con voz
tenebrosa y amplificada en la nada de un desierto vacío.
-Antes de que podáis hacer algo
podréis estar muertos tú y tu perro demoniaco, nunca seré esclavo de un ser
como tu.- dijo enfadado Khasrhak mientras largas babas se caían de su boca en
cada frase que escupía de su estropeada boca.
-Deberé enseñaros mi poder con
la magia, solo así entonces entenderéis el verdadero poder de Tzeentch el único
dios verdadero teje destinos, el vuestro ya está tejido y es mío, junto al de
todo vuestro ejército.- sentencio el enigmático hechicero.
Tzeentch se sentiría orgulloso
del hechicero, su hábil esbirro había obtenido un potente ejercito de Nurgle
para poder usarlo bajo su mando y obtener su favor a base de hacer esclavos a
más almas, podría apoderarse de la tierra de los humanos muy pronto con todas
sus tropas y su infinito poder.
Pues para mi el mayor elemento del caos de la partida son esos puentes de madera. No arriesgaría mis minis poniéndolas encima... XXDD
ResponderEliminarAguantan, aguantan, tenlo por seguro, eso si, con minis sobaqueras de metal quizas se rompan :P
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