Las pisadas hacían caer algunas hojas de los árboles, no era simplemente el otoño el que había llegado hasta esa zona de Hochland, el ejército de Nurgle avanzaba, Blakrietk el sonriente avanzaba con sus tropas para arrasar a la amenaza elfa.
Los elfos habían sido
precavidos, sabían que debían avanzar rápidamente y cuando supieron que estaban
cerca de territorios enemigos decidieron llevar solo tropas ágiles, por lo que
un nutrido grupo de guardias del mar acompañaban a la única unidad de élite:
los maestros de la espada que aseguraban una protección mayor contra monstruos
o criaturas aterradoras.
El comandante Alto elfo decidió
avanzar algo entre los espesos bosques y se olvidó de su objetivo principal,
proteger la vieja granja como objetivo estratégico, quizás vio interesante ir
disparando flechas a aquellas tropas tan lentas que avanzaban.
La primera descarga de flechas
fue frustrante, apenas rebotaban en las pesadas armaduras de los caballeros del Caos, ellos mientras continuaban caminando a su ritmo, el enjambre de moscas y
la protección que portaban los hacían invulnerables frente aquellos ataques
insignificantes. El líder elfo lanzó a los maestros de la espada a que
taponaran la entrada de la granja, si accedieran esas criaturas sería complicado
acabar con ellos en un espacio tan reducido.
Blakrietk avanzaba
tranquilamente por entre los árboles, mientras cada una de sus risas daba órdenes
a sus hermanos del Caos, era una persona siniestra, no se veía su boca tras el
casco y siempre se oían voces con eco dentro aquella jaula metálica ¿Era locura
o de verdad disfrutaba? Pudo acercarse lo suficiente a la granja para
contemplar al comandante elfo, decidió lanzarse hacia el con todo, aun así...el
elfo ya lo había escuchado hacia un buen rato y retrocedió.
Una unidad entera de guardia
del mar lo rodeo al gordinflón sonriente mientras este buscaba frustrado al
comandante, no quería perder el tiempo con inútiles, quería un desafío a la
altura de su persona, pero pronto cambió su imagen de aquellos soldados, los
ataques que lanzaron fueron más rápidos que cualquier humano, casi no podía reaccionar
y sus hachazos al aire en forma de defensa no servían ni para ahuyentar a sus
enemigos.
Mientras que el comandante elfo
aprovechaba el descuido del paladín del Caos para atacarle por la retaguardia,
los maestros de la espada pese a ceder terreno en cada envite que lanzaban los
guerreros del Caos iban acabando con más y más enemigos, los lentos guerreros
forrados de chapa no tenían la velocidad de un elfo con semejante maestría, sus
ataques entraban en la mayoría de las ocasiones y solo un par de elfos cayó
durante el intenso combate.
¿Quién dijo miedo? pese a que
el batallón de guerra de Nurgle era un ejército terrorífico, los elfos estaban
acostumbrados a batirse con bestias de distinta apariencia y su naturaleza terrorífica
parecía no afectarles, aguantaban mientras guerreros y demonios golpeaban
torpemente los escudos de los elfos. hasta que la aparición de los paladines de
Nurgle cambió la situación, a todos se los heló el corazón con la visión tan
horrenda de aquellas tres bestias fuera de lo común, impresionaban más que los
portadores de la plaga, los cuales estaban siendo destrozados por una unidad de
guardia del mar.
Blakrietk luchaba entre la
angustiosa horda de lanzas y su objetivo, el comandante elfo estaba apuñalando
su espesa piel por la espalda, aun así el no desistía.
-Hasta que la sangre
aguantase dentro de mi cuerpo-pensaba el caótico sonriente.
La vista se le nublo, intento
mantenerse pero las heridas ya no las sentía y lanzó un hachazo hacia atrás que
no lo esperaba el elfo, este mal herido se retiró, mientras el resto de elfos
acababa con el pestilente líder. Pronto la imagen del caudillo de Nurgle fue
vista por los paladines y su locura comenzó cuando dejaron de oír sus risas, el
avance de estos tres monstruosos seres acobardo a los elfos.
Pero la muerte del líder hizo
que los demonios sufrieran una retirada hacia la disformidad, la
inestabilidad demoniaca hizo que fuesen desapareciendo de una manera extraña y
llamativa cada uno de los miembros de la unidad, lo que hizo que la guardia del
mar se preparara para atacar junto a los maestros de la espada que habían
acabado con los guerreros del Caos. Solo quedaban esas brutales bestias
pensaron los elfos, que aun seguían con casi todo el ejército en pie, al unísono
se prepararon alrededor de la unidad enemiga por orden del líder
elfo.
Todo iba bien, parecía que los
elfos eran demasiado buenos para estos hijos bastardos de los dioses del Caos,
pero la realidad es que todo cambio cuando los paladines empezaron a triturar
elfos...Uno tras otro dejaron diezmadas cada unidad que encontraban a su paso,
pero el comandante elfo mando una retirada táctica, no debía perder el
territorio.
Finalmente, mal heridos y con
una baja, los dos paladines intentaron alcanzar a los elfos que le disparaban
desde la lejanía, pero lo único es que los estaban atrayendo hasta la frontera,
para que volviesen con sus amos...La extraña victoria había sido para los elfos
¿o solo había sido un empate?- se preguntó el elfo al mirar a su alrededor
junto a la granja, las bajas habían sido importantes y demonios aparecerían
mas...
"El líder elfo se sentó encima
de un barril, la escaramuza había sido desagradable, habían tenido que usar
todo tipo de artimañas frente a enemigos mucho más fuertes que ellos, no sería
una campaña fácil, deberían sacar todo lo peor de ellos para eliminar a estos
seres de la zona si no perecían en el intento.
Quizás seria hora de buscar
aliados, aunque no siempre sea agradable tratar con razas inferiores-pensó el
elfo. Pero pronto perdió todos los prejuicios cuando volvió a mirar al frente y vio que regresaban las tropas elfas, estaban desaliñadas, muchos habían perdido
material de combate y la sangre junto a las heridas manchaban todo su uniforme,
hacía mucho tiempo que no veía esa imagen tan desagradable en un elfo."
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