La señal de Sigmar: capítulo 2


La mirada perdida de ambos guerreros se cruzó en mitad de un frío pasillo, todo tenía color cristalino, era una sala un tanto lúgubre y simplemente vacía. Derrepenete la sala se iluminó y cuatro figuras pequeñas rellenaron el vacío.


-¿Quiénes sois y dónde estamos?-pregunto Pacificador con la mirada atónita al presenciar la magia que envolvía la sala poco a poco.

-Tranquilos, no somos peligrosos simple mortal, solo somos los siervos del gran dios del cambio y el saber ¿Os suena acaso? Quizá estéis aquí por un juego del destino o porque nuestro Señor ha querido divertirse esta vez, quien sabe lo que os espera.-terminó de decir casi sin ganas una especie de figura con pico parecida a un pájaro parlanchín.

-¿Qué quiere ese dios… y como podremos volver a nuestra ciudad?-preguntó violentamente el otro guerrero.

-Tranquilos, tranquilos, no os ciñáis a las cosas superfluas del mundo de los simples mortales, donde estáis es en otro plano dimensional, solo los elegidos y poderosos pueden llegar aquí por plena voluntad, daros por satisfechos de estar vivos. Esta  fortaleza esta en vuestro mundo y no, también está en todas partes y en ninguna.-acabó casi asfixiado una especie de pez que caminaba y hacia ruidos con cada bocanada de aire que respiraba.

-Aun así, mi consejo es que aprovechéis la enseñanza que os de nuestro maestro para intentar convertiros en unos discípulos apropiados. No queremos patanes en nuestras filas, solo gente brillante y habilidosa que consiga adelantarse siempre al rival, sin perder el camino que nos muestra el astuto Señor de la Sabiduría.-continuó una especie de bufón pequeño que poseía una máscara siniestra.

-Lean, lean, aquí poseo toda la información sobre los saberes del Señor, quizá no estéis preparados para entender tal conocimiento, pero…Quien sabe si algún día entenderéis alguna frase de las que contengo… ¿Qué ha sido eso?-interrumpió bruscamente el libro con patas que hablaba y se movía al mismo tiempo. Un sonido brusco procedía del extremo de un pasillo.


Las figuras empezaron a hacer ruidos extraños y los familiares se evaporaron, los dos guerreros se pusieron en formación de ataque y sin pensarlo cargaron hacia el vacío que había delante suya. Cada uno por un pasillo.


Klittus cola roída había conseguido alcanzar un portal, pero no sabía cuál era, por lo que había dividido su grupo de escoria skaven en varios portales por lo que no sabía cuántas ratas tenía a su disposición ni donde se encontraba. Al menos estaba con el estúpido guardaespaldas por si las cosas se torcían, pero…eso no parecía ser el jardín de Nurgle, algo había salido mal en su hechizo.



El líder Skaven del clan pestilens se paró un segundo en sus pensamientos, su bestial guardaespaldas gruñía tras de él y sus esbirros habían cargado contra un enemigo que cargaba hacia su zona. Maldijo cuando vio un caballero plateado luchar contra sus ratas, podría ser un caballero del Caos, si era así estaban en una situación complicada…


En el otro cuarto, el guerrero dorado cargó hacia el pequeño grupo de skavens y consiguió aturdir a los rivales, se hizo hueco con su enorme alabarda y mantuvo al grupo a raya, pese a que acabó rodeado.


El tiempo continuaba, Klittus no sabía si mandar a la rata ogro al combate o mantenerse alejado, pero una cuchillada de un monje de la plaga atravesó al extraño guerrero plateado que cayó y las ratas siguieron el rastro del siguiente rival.


Quizá este sería el final trágico de los dos guerreros de Sigmar, pero el dios humano quiso mandar ánimos al guerrero plateado que estaba conmocionado en el suelo, este recibió las fuerzas con gran estímulo, se levantó y miro hacia un lado y otro, cola roída se escondió a fondo del pasillo, no quería complicarse el viaje. Así que el guerrero continúo hacia donde oía ruidos, ahí estaba su compañero luchado con un montón de skavens, una pesadilla, pero poco a poco acabaron con todas.


-Bueno, habrá que seguir explorando el lugar para conseguir llegar a algún lado ¿Alguna vez habías visto a estos seres?-le preguntó Fenix a Pacificador extrañado, mientras que se preparaban y volvían al lugar de inicio.

-Se les suele llamar skavens u hombres rata, son un mito o al menos eso me habían contado, quizás en este mundo que parece producto del Caos tengan cabida y sean sus siervos.-respondió Pacificador.


Una risa histriónica destacó sobre el silencio vacío de las salas cercanas. Los dos guerreros de Sigmar observaron a una figura enorme y se pusieron en posición de ataque.

-Malditos-malditos, yo os destruiré por haber acabado con mis esclavos-súbditos.-dijo Klittus entre gritos.

-Es un alivio que seas tan pequeño, pensábamos que eras el gigantón que tienes detrás-dijo relajadamente Fenix mientras sonreía.

Un gruñido de enfado hizo que se taparan los oídos los guerreros, pero no evito que dejaran de mirar al lugar donde estaban sus rivales.

-Pronto nos veremos y pagareis por ello-esto.-terminó el skaven mientras que la sala cambiaba de forma y los separaba. 

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