Adom: el día que todo comenzó

El suceso de Colosus con los fanáticos y otras tensiones en el mismo planeta habían sido comentados en todo el sistema, la gente criticaba a la aristocracia. Las casas nobles forzaron a los gobernantes a buscar un culpable y el nombre que salió fue el del Cardenal de la iglesia adomnista, el líder religioso Haltov, un personaje siniestro que dirigía extrañamente a las tropas de la Guardia Imperial y se había hecho el hombre más poderoso del sistema sin ser un noble, algo que molestaba a los de arriba.


Una unidad de Halcones Negros aterrizó en el planeta de Adom III, el lugar más privilegiado, donde solo podían residir gente adinerada y aristócratas, el lugar era un planeta verde, con todas las comodidades que podía aspirar un humano culto y refinado en una sociedad de elite. Ahí había pocos soldados, no había nunca incidentes, pero el Cardenal tenía su templo religioso en la villa Astralopolis, por lo que una guardia personal lo protegía.

La unidad de defensa planetaria iba a investigar el porqué de los incidentes, hablar con el líder religioso y en última instancia detenerlo si no ayudaba en la investigación a las autoridades mandadas por las casas nobles, algo que el líder del grupo sabía que traería problemas. El veterano hombre de acción se llamaba Sexto, era un antiguo Guardia Imperial que se había hecho mercenario hasta acabar como capitán de las tropas de la defensa planetaria en Adom o mejor conocidas como Halcones Negros.

Al agente le acompañaban cuatro agentes más, un número reducido para no llamar mucho la atención, aunque eran de sus mejores hombres. El francotirador se ubicó en la entrada sin decir nada, se llamaba Escipión, Bólido Andreas se ubicaba a su derecha con el arma cargada y mirando a todos los lados, Atronador Jarkov era su acompañante en el lado izquierdo, este personaje siempre tenía armas pesadas que hacían ruido o si no, algun artefacto explosivo...Por último la retaguardia la cerraba la figura mas imponente del cuartel, Martillo Rob, un ogrete un poco más listo que el resto, el favorito de Sexto por haberle salvado la vida muchas veces, era útil porque muchas veces su presencia evitaba usar la fuerza.

Todos entraron al templo, salvo Escipión que aguardo en la entrada apuntando su rifle largo observando la entrada con una mira térmica. Una vez dentro, los 4 agentes observaron que estaban esperándoles varios militares, todos bien armados y la mayoría con los rostros ocultos.


-¿Qué desean las fuerzas de defensa planetaria?-Pregunto el soldado más cercano.


-Venimos a hablar con el Cardenal…-dijo Sexto con un tono tímido. 


Una risotada salió de las profundidades del gran hall que tenía el templo, de entre las sombras salió un hombre bastante obeso embutido en ropas religiosas y con un gran sombrero. Haltov estaba esperándolos y habló entre pausas, mostraba como luchaba por respirar aquella bola de grasa. 


-Mis queridos agentes, os tengo estudiados, sabía que vendríais a ajustar cuentas por mí y por ello llamé…a mis hombres para que me protegieran, este es el templo del señor Adom…aquí normalmente no se permiten armas, pero claro…ustedes han venido armados, tenía que protegerme-comentó Haltov. 


Sexto recibió un mensaje en ese momento al comunicador: -“es una trampa, es un caótico ejecutarlo”. 

La cara de Haltov cambió, su sonrisa enorme se trasformó en una mueca seria, haciendo señas hacia los soldados que empezaron a cargar las armas. Sexto se tensó y fue a empuñar su pistola cuando…Se quedó parado, un poder psíquico bloqueo su mente y la de sus agentes.


El Cardenal había usado poderes psíquicos contra los 3 humanos, pero su sorpresa fue mayúscula cuando el ogrete que no había sido atacado psíquicamente fue el que lanzó el primer ataque. El gran cañón que tenía el ogrete en el brazo izquierdo provocó una gran explosión que no dio tiempo a reaccionar a los soldados o al mismísimo Cardenal que no pudo saltar mucho para evitar el cañonazo.

 
Tras romperse el vínculo psíquico los agentes empezaron a disparar y el gran Rob lanzó una carga con su escudo para rematar a los pocos soldados que quedaban en pie. Cuando Sexto sacó la pistola temblando ya no quedaba nadie en pie, la sala estaba vacía de enemigos y Escipión no paraba de preguntar por el comunicar si estaban vivos o tenía que entrar disparando. 

Un rato después salieron los cuatro agentes corriendo con el cadáver del orondo Haltov, todos entraron en la nave pilotada por el francotirador para huir corriendo a Colosus e informar del problema que iba a provocar esta situación, sobre todo porque el mensaje que había recibido Sexto no se sabía de donde venía…Una silueta había visto todo desde fuera, era un espía que desde las sombras de un edificio había visto como se llevaban al Cardenal, pronto las noticias valorarían. 

De vuelta a la base, Sexto aun temblaba, no estaba ya para tantos trotes, debía dimitir o que le dieran a un cargo tranquilo, sus tembladeras con la mano eran cada vez más frecuentes y su inutilidad se agudizaba cada vez más, hoy fueron salvados por un estúpido ogrete, pero mañana quien sería…Siempre dependía de alguien para no salir herido o muerto. Mientras observaba su comunicador de antebrazo y el cadáver del Cardenal que se meneaba con cada turbulencia que sacudía la pequeña nave, entendió que esta situación le venía grande. 

Misión finalizada, aunque sin saber que decantaría esta tragedia: “Un líder religioso asesinado”, “Una villa tranquila en Adom III asaltada por las fuerzas de defensa planetaria”. Con que titular se levantaría al día siguiente el sistema Adom con el cual la gente reaccionaria de una manera o de otra, aunque de una cosa estaba segura era de que ellos siempre tendrían que dar la cara por la nobleza, eran sus perros y debían seguir siendo fieles a sus amos.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Me alegra que te guste la historia, intento darle sentido a toda la trama de Adom :)

      Gracias por escribir.

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