Algo presagiaba problemas en Talabheim, una ciudad imperial
con muchas oportunidades de negocio para cazarrecompensas, mercenarios o simples matones, pero esos problemas serian demasiado grandes para una panda de inútiles,
por ello después de meses investigando la milicia muestras de herejía por toda
la ciudad el templo de Sigmar decidió mandar a dos agentes a investigar.
La iglesia de Sigmar no solo tenía cazadores de brujas o
sacerdotes entre sus filas, existía unas ordenes de guerreros que eran secretas
para la gente ajena al culto, dichas ordenes se constituían de soldados devotos
que no captaban las ordenes de caballería, gente sin título nobiliario pero hábil
con el arma. Dichos agentes tenían permiso para actuar por todo el Imperio y
restaurar la paz a cualquier precio.
En la ciudad se presentó uno de ellos con su capa azul,
armadura plateada como la luna, todo el mundo lo contemplaba cuando avanzaba
por las calles de la ciudad, una hueste de 20 soldados estatales lo custodiaba
hasta el encuentro con sus compañeros. Cuando llego a la entrada de lo que parecía
una catacumba se encontró con un sacerdote que lo saludó.
-¡Hola Pacificador! Cuanto tiempo...Pensé que tardarías algún
día más en llegar, ya está todo preparado para que realices el trabajo con el hermano
Fénix y su semigrifo Arranca ojos.-dijo con tono simpático el sacerdote que
portaba un tomo del libro sagrado en la mano y una maza en la espalda.
-Hola hermano, me presento, soy Fénix.-un guerrero de Sigmar
igual de grande que el otro agente interrumpió la amigable conversación. Su
rostro tapado con un yelmo impresionante y dorado no ocultaba del todo el
imponente guerrero que aguardaba dentro, su capa roja hacia brillar más su
armadura dorada. Su animal de compañía hizo un ruido extraño y golpeo cariñosamente
el escudo de Pacificador.
-Comencemos...-dijo el agente Pacificador en un tono seco y
se dirigió hacia el agujero que adentraba a los dos hombres bajo tierra.
Los agentes no tenían nombres reales, debido a que su voto
de fe había hecho perder su identidad personal para ser una mera herramienta
para su dios y su iglesia. Esto hacía de estos guerreros más misteriosos aun,
una imagen que podría acongojar a un miliciano pero no a un acólito del Caos.
Una vez bajada las escaleras, una sala iluminada mostraba lo
que se temían, un poderoso esbirro de Nurgle custodiaba el lugar, las cadenas
del brutal rival resonaron al moverse juguetonamente la mano. Los dos agentes
se prepararon para el combate, pero fue Arranca Ojos quien se lanzó y tumbo al
perturbado enemigo, cuando se incorporó Fénix se lanzó al ataque pero herró el
primer estacazo que lanzo con la pesada alabarda, algo que no paso cuando
Pacificador estampó el escudo al torpe rey pútrido y luego lo remató de un
espadazo.
-Sigamos-dijo el agente con la armadura plateada mientras
que elegía el camino de la izquierda para empezar con el registro del lugar. El
semigrifo lo siguió mientras que Fénix dudaba si seguirlo o ir hacia la
derecha.
La segunda sala era parecida a la anterior, un lugar mugriento
con antorchas que iluminaban la pegajosa pared y el resbaladizo suelo...La corrupción
de Nurgle ya estaba muy extendida por el lugar. Dos reyes pútridos aguardaban,
tanto Fénix como su animal se lanzaron al ataque adelantando a Pacificador, el
resultado fue patético, Arranca Ojos salió volando estampado contra una pared y
su amo lanzó golpes que solo cortaron el aire, algo fallaba, esos guerreros
eran muy hábiles o Fénix tenía su peor día en combate.
Pacificador abrió la tercera puerta y después la cuarta, había
acabado con los rivales que no era capaz de matar Fénix y lo arrastraba de la
capa mientras este miraba hacia atrás mirando con lastima la baja de su animal.
Pero otra sala y más rivales, por lo que ambos actuaron de inmediato y por fin
Fénix probó la sangre, como un no muerto sintió nulas emociones al partirle el cráneo
del guerrero del caos que protegía la puerta.
La zona cada vez estaba más cargada olores pestilentes, las
paredes y el suelo estaban cubiertas de moho y alguna bacteria pegajosa, pero
Pacificador no se detuvo, lanzó varias estocadas al entrar en la siguiente
sala, estaba tranquilo porque su compañero mostraba su valía, aunque también su
estupidez...Mientras que el agente de armadura plateada se ocupaba de un grupo
reducido, Fénix cargó contra unos cuantos rivales y solo pudo acabar con un portador de la plaga en la carga, pero sobre él se cernieron los demás
rivales.
Tras lanzar golpes durante un buen rato, Pacificador había
acabado con sus rivales, lanzó una rápida mirada al lugar, tenía una puerta
bastante protegida, pero tenía otra en frente y a su derecha estaba su
compañero en el suelo mientras era machacado por los rivales. Un corto suspiro de
Pacificador y cargó contra los rivales que se cebaban con la armadura pesada de
Fénix, aprovechó el factor sorpresa y rebanó la pierna a un grandullón pútrido,
luego acabo con aquella masa informe mientras levantaba a su compañero del
suelo.
Un rápido movimiento y Fénix volvía a la acción, mató a su último rival, pero las heridas habían hecho mella en su cuerpo, se sujetaba con
dificultad en la alabarda que la usaba como bastón, mientras Pacificador se lanzó
a romper de otra patada la última puerta...
-¡Espera! déjame recuperar el aliento, si no, no podre
ayudarte.-dijo entre jadeos Fénix.
-¿Ayudarme? estas retrasando el trabajo, actuando como un
simple humano, recuerda que eres un siervo de Sigmar-dijo Pacificador antes de
darse la vuelta y romper la puerta con tres patadas.
El agente cargó hacia la sala y se encontró una muralla de
reyes pútridos ¿Cuántos había en aquella sala? no le alcanzaba la vista para
ver toda la sala. Pero los golpes comenzaron y la guerra se inició entre el ágil
guerrero y sus lentos rivales, mientras Fénix lo veía con frustración, debía
sacar fuerzas de cualquier lugar y seguir luchando, así que rezó.
Sigmar debió escucharlo, porque se enderezó y cargó,
ayudando a su compañero mataron a unos cuantos rivales, pero no paraban de
moverse grandes masas de siervos caóticos. Gracias a los movimientos
contundentes del agente con armadura dorada pudo aturdir a sus rivales mientras
Pacificador los remataba. Hasta que se encontraron el líder detrás de todos los
cuerpos sin vida.
Un Señor de la Plaga, un caudillo poderoso que Nurgle había bendecido
para expandir sus enfermedades por todo el mundo. Quizá era el día en el que
los dos agentes morirían, pero debían actuar por el bien del Imperio y Sigmar. Así
que cargaron...
El caudillo reaccionó con potentes golpes, Pacificador recibió
un brutal hachazo en el costado y retrocedió, si no llevase su poderosa
armadura habría sido partido por la mitad, pero no desistió y se lanzó de
nuevo, Fénix mientras cortaba el viento con peligrosos golpes, su alabarda esta
vez no dudaba, sonaba con violencia y se movía con determinación. El siervo de Nurgle
aguantó hasta que recibió un golpe que lo dejó un segundo aturdido, cuando
recuperó la posición de combate se encontró con varios tajos de los agentes de
Sigmar, tajos que abrían en canal su pútrido cuerpo, ni el dios de las
enfermedades podría curar rápido esas profundas heridas.
Fénix acabo de cortar la cabeza del caudillo para enseñársela
después al sacerdote como muestra de que habían acabado con el origen de la corrupción,
pero un portal mágico apareció en una de las paredes de la pequeña habitación,
los dos agentes se acercaron extrañados, en su interior un agujero negro atraía
a los devotos de Sigmar ¿Entrarían en esa realidad para luchar contra demonios
del Caos o decidirían volver a la superficie de la ciudad?
Capitulo 2
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