Año 1816
La Europa que vio crecer a Napoleón hasta el nivel de la divinidad, ahora se encuentra desolada, hambrienta y sin un poder que la domine. Esta situación ha fomentado que muchas facciones, tras el Congreso de Viena, quieran el trono que dejó vacío el corso.
La nieve y la escasez de alimentos no ha impedido que muchos políticos, aristócratas, militares de alto rango, o incluso burgueses adinerados, se atrevan a lanzar ataques continuos por todas las ciudades importantes de Europa con un solo objetivo: obtener el poder, cueste lo que cueste. Para ello secuestrarán monarcas, matarán a héroes nacionales, robarán joyas de la nación o incluso tratarán de obtener los tratados más importantes que los puedan llegar a señalar como emperadores.
No son pocos los que han abrazado esta loca idea de gobernar sin casi derramar sangre: cientos de comandos se embarcan continuamente en diligencias, trenes, o incluso en globos, con tal de llegar al siguiente objetivo que les indique su señor. En multitud de escenarios europeos, la guerra abierta ha dejado paso a una astuta guerra de guerrillas, practicada por muchos líderes en Europa desde hace tiempo.
La vida para un soldado de estos comandos es dura; saben que durarán poco, pero a cambio vivirán mejor que los pobres reclutas regulares. La infantería tradicional se ha visto reducida a mera carne de cañón, sacrificada en los grandes frentes de Europa, como el de Viena, donde prusianos y otomanos luchan incansablemente hasta que un bando aniquile al otro.
Muchos acceden encantados a alistarse en estos comandos; otros sufren chantaje, o son secuestrados. Cada uno tiene su historia, y lo que verán a través de sus ojos, no podrá contemplarlo ningún otro ser humano, ni si quiera sus poderosos líderes.
Las Facciones en
1816.
¿Donde comprar las miniaturas?
Comentarios
Publicar un comentario